Una historia de amor imposible en el que ambos tendrán que luchar codo con codo si quieren llegar siquiera a relacionarse de manera furtiva.
Resumen:
A quien me pregunte si existen los cuentos de príncipes sobre sus caballos blancos y una armadura brillante y resistente que van a salvar a las princesas, le diría que no sin dudarlo.
Eso se debe a que en mi profesión he visto de todo, y el hecho de hacer de niñera de ricachones que no utilizan la sesera, por lo que parezco bastante incrédula en ese tema.
Y es que yo, Luana Costa, tengo una nueva misión: evitar que el revoltoso de la monarquía de mi país se desboque otra vez. Un nuevo escándalo sería el fin, aunque no tengo claro que me disguste que suceda.
Si quieres ver la historia de amor más bonita y surrealista del mundo, seguid leyendo…
Opinión Personal:
Bueno, mis crazys, hoy me ha tocado a mí el explicaros un poco lo mucho que he disfrutado de esta historia. Y es que hasta hoy, Jess GR no nos ha dejado a un capullo tan adorable como lo es el príncipe Maximus.
Vayamos por partes:
- La sinopsis: a mí me sugiere que va a haber amor, aunque no de la manera tan peculiar.
- Los personajes: tengo a mi favorita del mundo mundial, tanto que sin ella este libro no estaría tan completo. Seguro que ya sabéis a quién me refiero (tenéis que leerlo o seguir en esta reseña).
- La trama: seguro que no nos resulta nada nuevo, y es que todo está ya inventado, pero tiene el toque de la autora, por lo que os va a encantar sí o sí.
- El ritmo: no vais a parar de leerlo. Es de esas historias que te dices «un capítulo más y lo dejo», y cuando te das cuenta estás sonriendo porque has llegado al final sin darte cuenta.
Analicemos un poco a los personajes:
Luana Costa, Lua, es una guardaespaldas cuya primera aparición la hace en una de esas noches en las que está vigilando que su cliente no se le escaquee. Junto a sus compañeros disfruta de su profesión e incluso en cada trabajo utilizan un apodo con el que referirse al cliente. ¿Adivináis el que le han puesto al príncipe Max?
Maximus Benjamin III, Max para todas nosotras, es el príncipe, aunque no heredero, y trae de cabeza a la institución por sus escapaditas nocturnas nada disimuladas. Y es que en la última lo pillaron en un momento bastante… inoportuno, por calificarlo de alguna manera.
Sobre Max tengo mucho que decir, y es que el carisma de este personaje es auténtico, alejado del encorsetamiento de la monarquía, aunque eso es algo que solo saben sus amigos, y él solo tiene a uno, Cris, su chófer (y de ahora en adelante nosotras).
Su manera de ligar es peculiar y divertida, y es que hasta la llegada de Lua a palacio no ha habido una sola mujer que se le haya resistido o se le haya mostrado altiva y orgullosa, algo que lo saca de su zona de confort.
Lo mejor de este personaje: sus frases cutres y a la vez divertidas, esas con las que se cree un donjuán y acaba haciendo reí a su guardaespaldas.
Los personajes secundarios son bastante relevantes en este libro, y es que cada uno de ellos tiene un papel fundamental para el avance de la historia, y a la vez les da el protagonismo justo y necesario; vamos, que deja cerrado todos los frentes, o eso quiero llegar a pensar porque todavía hay algo dentro de mí que grita «¡quiero más, Jess!».
Me voy a mojar entre ellos, y puedo deciros que la que mejores ratos me ha dado es la madre de Lua. Es tan peculiar que casi nada me ha sorprendido de ella, no ha evolucionado, se ha quedado tal cual porque ella lo vale, y eso me ha hecho muchísima gracia.
Es una historia en la que creemos que ya está todo hecho, pero como siempre, la autora nos sorprende con un giro dramático que va a hacer desdichados a nuestros protagonistas. Eso sí, ambos nos dan tal lección de amor que ya casi nos da lo mismo cómo terminen, solo queremos que sean felices de la manera en la que el destino les tenga reservada.
Puntuación:🐼🐼🐼🐼🐼
Me encantaría contaros muchas cosas, pero es mejor que lo leáis, aunque solo os advierto de una cosa: Max es altamente adictivo, un capullo adorable que te hará reír y llorar a partes iguales.
